Fuente de los recursos: youtube, thenewyorktimes.es
Fuente de la imagen: #feministailustrada (ilustradora)
Cualquiera que visite este blog se dará cuenta de que creemos firmemente en la escuela pública como espacio privilegiado para construir los cimientos de la transformación social y tejer las alas de las personas que la van a protagonizar.
Hablamos de la necesidad de una transformación que nos atañe a todos/as porque nos encontramos con un problema estructural que, en última instancia, nos trae noticias tan desafortunadas como la de la compañera Laura Luelmo y otras tantas (DEMASIADAS YA).
Hechos como estos, nos incumben a todos/as porque son una muestra más de que continuamos fracasando como seres humanos en un tema que debería de estar más que interiorizado: la igualdad de derechos y oportunidades entre hombres y mujeres.
Así, seguimos sin entender que existen comentarios y actos que no hay que tolerar, ni pasar por alto; situaciones que no se pueden normalizar y estereotipos que no tengo por qué cumplir (ni pretender que otros/as lo hagan). De esto, ya hemos hablado en otras ocasiones, acompañando cada relato de recursos educativos que van en esta dirección.
En esta ocasión, además compartimos la idea de que es necesario cuidarnos en lo inmediato (estar despiertas/os y atender a la raíz); contar con la protección de nuestras redes de apoyo; y, además, tener la seguridad de que existan leyes cuya fortaleza esté acorde a la magnitud del asunto (las políticas de prevención son urgentes). Estas, se encargarían de los síntomas y de sus consecuencias devastadoras, pero… ¿dónde quedaría el papel de la escuela?
Como bien sabemos, la escuela es un espacio para la prevención, la sensibilización, el acompañamiento y la conciencia de libertad.
Parece que cuando comenzamos a percatarnos de la necesidad de un cambio sistémico en este ámbito, la energía se centró en la educación de las mujeres con la intención de ayudarlas(nos) a trascender la sumisión y la dependencia a todos los niveles. En definitiva, para equilibrar la balanza. Hoy sabemos que, sin los hombres como compañeros, este cambio no será posible. De hecho, el feminismo no entiende de género. En este sentido, ellos también necesitan ser orientados, educados, guiados en el camino hacia la igualdad y ser llamados a tomar partido en el asunto (no sólo en la práctica diaria, sino en la denuncia pública de la desigualdad).
A continuación, compartimos 2 recursos interesantes que dan amplitud a estas palabras.