Fuente: Transformar la escuela. Blog de Jose Blas García
Las decisiones relativas a cómo organizar los agrupamientos en el aula, no son inocuas. Cada modelo proporciona unas cualidades a los procesos de enseñanza-aprendizaje que, si coinciden con las necesidades del alumnado, se convierten en un elemento de calidad educativa de primer orden.
El quid educativo está en propiciar el encuentro entre todos/as los/as alumnos/as que forman parte de un grupo. Esto es, favorecer el mayor número de interacciones posibles, superando el modelo frontón con el/la docente. Ello implica aumentar el número de personas que intermedian en el aprendizaje ajeno, y en consecuencia, modulan el suyo propio.
En este sentido, nuestra forma de proceder (como docentes) va a determinar el modo en el que nuestros/as alumnos/as acceden al conocimiento y desarrollan sus competencias de carácter social y emocional.
Un aula con posibilidades interactivas, es proactiva con el aprendizaje de sus alumnos/as y precursora de la eficacia de metodologías activas.
¿Te apetece descubrir cómo se organiza un aula ABP?